La educación
brota de la práctica
Jesús Salas Jáuregui.
Pablo Freire es un pensador comprometido con la vida, no piensa en ideas abstractas, sino que piensa partiendo de la existencia concreta. Su proyecto educativo, que parte de la praxis, apunta a crear humanización, a liberar al hombre de todo aquello que lo deja ser verdaderamente persona, es consciente que la dinámica que le toca vivir posee una dinámica estructural que conduce a la dominación de las conciencias y que se traduce en una pedagogía que responde a los intereses de las clases dominantes. Los métodos que esta pedagogía utiliza no pueden servir a la liberación de los oprimidos, sino que más bien pretenden impartir entre estos la ley del temor.
Frente a esta situación reacciona afirmando la necesidad de la humanización del oprimido que debe partir desde el mismo: es decir es el propio oprimido quien debe buscar los caminos de su liberación, ya que ésta no puede venir de aquellos que lo mantienen en esta situación.
“Si admitiéramos que la deshumanización es vocación histórica de los hombres nada nos quedaría por hacer…, la lucha por la liberación por el trabajo libre, por la afirmación de los hombres como personas, no tendría significación alguna. Esto solamente es posible porque la deshumanización, aunque siendo un hecho concreto en la historia, no es sin embargo un destino dado, sino resultado de un orden injusto que genera la violencia de los opresores y consecuentemente el ser menos”
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Freire es muy claro en plantear que la situación de deshumanización que vive el hombre actual no es la verdadera vocación a la que está llamado. Su vocación es la de la humanización y ésta debe ser conquistada a través de una praxis que lo libera de su condición actual. “ahí radica la tarea humanista e histórica de los oprimidos, liberarse así mismos y liberar a los opresores … Sólo el poder que renace de la debilidad de los oprimidos serán suficientemente fuertes para liberar a ambos”
La liberación necesaria que logre humanizar al hombre, no caerá desde el cielo, sino que necesariamente será fruto del esfuerzo humano para lograrla. En esta perspectiva es en la que Freire plantea su proyecto educativo basado en la praxis concreta y transformadora de la realidad.
La pedagogía del oprimido es aquella que debe ser elaborada por el propio oprimido, ya que la práctica de la libertad sólo puede encontrar adecuada expresión en una pedagogía en que el oprimido tenga la condición de descubrirse y conquistarse, en forma reflexiva, como sujeto de su propio destino histórico.
“La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo en la praxis con su transformación y, el segundo, en que una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres de permanente liberación” |